martes, 17 de noviembre de 2015

LA ABEJITA PÉRDIDA

Un día por la mañana una abejita desde su panal admiraba de lejos la belleza del campo y se preguntaba:
-¿Qué habrá más allá de esos árboles tan grandes?
- ¡Ah! Como quisiera salir  y explorar todo, decía ella; pero mis papás no me dejan.
De pronto se acercó una mariposa y le dijo:
-¿Tú que haces ahí viendo como si no supieras volar?
-¿Qué no puedes salir? Dijo la mariposa.
-No, contestó tristemente la abejita.
La mariposa puso una cara de tentación y le dijo:
-¿Apoco si les obedeces? Ni se darán cuenta si sales, anda vamos solo será un ratito.
La abejita escuchó atentamente lo que la mariposa le estaba diciendo y se quedó pensando:
-       ¿Será que ella tiene razón? Creo que le haré caso, además mis papás nunca vienen asomarse a mi habitación.
-       Bueno lo pensaré: dijo la abejita.
Al día siguiente  la abejita contemplaba nuevamente el paisaje, y pensando en las palabras de aquella mariposa.
-Ya no lo pensaré más mejor me le haré caso a la mariposa, que tanto es tantito: decía la abejita.
Así que decidió salir a escondidas de sus padres así que empezó a volar y volar contemplando la belleza de la naturaleza.
Cuando de pronto las nubes empezaron a ponerse negras y los rayos comenzaron a tronar, inmediatamente se detuvo y dijo:
-¡Oh! No… ¿en dónde estoy?
He volado tanto  que ni cuenta me di del tiempo y de la distancia. Empezó a llover y él empezó a temblar de miedo.
-¿Ahora como regresaré a mi casita si ni cuenta me di que rumbo tomé? ¿Por qué le hice caso a esa mariposa tan fea? Dijo: la abejita.
Empezó a llorar desconsoladamente y a lamentarse por desobedecer a sus padres.
-¿Ahora qué voy hacer? Decía
-¿Cómo regresaré a casa? ¡Ay! No… ¡Estoy perdido!
Con tanto chillido de aquella abeja, interrumpió el sueño de una hermosa libélula.
-¿Quién llora tan fuerte con esta tremenda lluvia? Se levantó y se acercó y se acercó lentamente  por detrás de la abejita y le dijo fuerte:
-¿Por qué lloras niño?
La abejita se espantó mucho que grito: ¡ah!... me espantaste le dijo.
-¿Qué haces aquí tan solito y peligroso para un niño como tú?
-Es que me salí de mi casa sin el permiso de mis padres a contemplar la belleza de la naturaleza y me perdí: dijo la abejita
-Ahora no sé cómo regresar a casa.
La libélula le dijo:
-Ya vez las consecuencias por desobedecer a tus padres, si  no hubieras desobedecido no estarías pasando por esta situación.
-Pero no te preocupes hoy te quedarás en mi casa porque con esta lluvia no podremos volar por mucho tiempo ya mañana veremos que hacemos.
Al siguiente día se levantaron temprano y emprendieron el vuelo hasta llegar a la casa de la abejita, sus padres estaban muy preocupados y al verlo llegar le dieron un enorme abrazo y le dijeron que no vuelva a desobedecer.
-Perdónenme no lo volveré hacer.

FIN                               Autor: Edith Mendoza Martínez.

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